jueves, 1 de julio de 2010

Viparita Karani, postura invertida

Vamos a hablar de una variante suavizada de esta asana. Las asanas invertidas tienen poderosos efectos sobre la circulación y la presión sanguínea, pero durante la gestación hemos de ser precavidas. Si practicabas yoga antes de quedarte embarazada, y estás suficientemente entrenada, podrías pensar en realizar alguna de estas asanas con ayuda. Yo las practiqué hasta el final de mis embarazos sin ningún problema, pero no os lo recomiendo si no es con supervisión.

Aún así no vamos a renunciar a ésta versión de Viparita Karani, sobre todo sabiendo lo necesario que es mejorar la circulación y descansar las piernas, eso sin hablar del tema de los calambres... Durante el primer trimestre y mitad del segundo no suele haber problemas para tumbarse boca arriba, pero según va creciendo el vientre muchas mujeres se sienten incómodas en esta postura. Nadie sabe mejor que tu cuerpo lo que necesitas, así que escúchalo y cuando comience a ser incómoda la postura, deja de practicarla.


Estos son los beneficios:
* descongestiona las piernas y la parte inferior de las caderas al propiciar el retorno venoso
* beneficia al corazón
* mejora el riego sanguíneo del cerebro
* estira suavemente las pantorrillas, lo cual ayuda cuando hay calambres
* estira con suavidad la nuca y las lumbares.

Cómo practicarla:
Prepara una colchoneta o un par de mantas para que al tumbarte no te moleste la dureza del suelo. La situación de tu cadera con respecto a la pared dependerá de lo elástica que seas, pero para saberlo has de adoptar la postura. Luego haremos las correcciones.
1. Siéntate en el suelo sobre tu colchoneta, junto a la pared y de costado a ella. Si eres diestra pon tu costado derecho y si eres zurda el izquierdo. Mantén tus rodillas flexionadas y comienza a llevar el tronco hacia atrás apoyando los antebrazos. Túmbate progresivamente mientras vas girando hacia la pared y levantando tus pies del suelo.
2. Ayudándote de tus manos coloca mejor tu cadera, si hace falta más cerca de la pared. Apoyar los pies en la pared también resulta útil para acabar de colocar la pelvis y la espalda. Estira tus piernas, pósalas, y mantenlas un poco separadas.
3. Ahora toca revisar el cuerpo. Cierra tus ojos. Mientras más cerca estés de la pared, tu zona lumbar se aplanará más y descansará mejor. Estira también tu nuca y relaja la garganta. Deja tus brazos y manos sueltos. Afloja las tensiones de hombros, del pecho, del rostro,... de los pies, las piernas, las ingles... hasta que te sientas totalmente relajada.
4. Acompaña la postura con una respiración lenta y profunda, y siente cómo tus piernas se vuelven ligeras. Visualiza la sangre limpia irrigando tu vientre, tu tronco, tu rostro, tu cerebro.
Quédate así unos minutos.
5. El tiempo para permanecer en esta asana depende de tí. Puedes estar entre 5 y 10 minutos. Si comienzas a sentir hormigueo en tus pies, es señal de que es hora de acabar, pero no tienes que esperar a que ocurra. Cuando quieras salir, flexiona tus rodillas y posa los pies en la pared, acercándolos a la pelvis.Luego empuja con los pies en la pared para separarte un poco de ella. Ayudándote del peso de tus piernas y de la intervención de manos y brazos, gira hacia tu costado e incorpórate suavemente.
Listo. Disfruta de sentirte ligera.